La
vida carece de importancia en sí misma. Sólo es significativa si
eres capaz de cantar una canción a lo Eterno, si puedes liberar un
poco de fragancia divina, un poco De eternidad: si eres capaz de
convertirte en una flor de loto, Inmortal y eterna. Si aprendes a
convertirte en puro amor, si Eres capaz de embellecer esta
existencia, si puedes convertirte en Una bendición para esta
existencia, solamente entonces la vida Tiene significado; en caso
contrario, no tiene sentido.
Es
como un lienzo en blanco: puedes cargar con él durante toda
tu vida y morir aplastado bajo su peso, pero ¿para qué? ¡Pinta
algo en él! Tú has de darle significado a tu vida; ese significado
no te es Dado. Se te ha dado libertad, se te ha dado creatividad, se
te ha dado la vida, se te ha dado todo lo necesario para que le
confieras un significado. Te han sido proporcionados todos los
ingredientes esenciales para su significado, pero ese significado no
te ha sido dado. Tú has de crearlo. Tú mismo te has de convertir en
creador.
Y
cuando tú mismo te conviertes en creador, participas de Dios, formas
parte de Dios. 1 Lo primero es lo primero: ¡toma una taza de té!
Una
historia zen:
Joshu,
el maestro zen, preguntó a un novicio del monasterio:
-¿Te
he visto antes? El novicio le replicó:
-No,
señor. Joshu le dijo:
-Toma
entonces una taza de té.
Joshu
se volvió entonces hacia otro monje:
-¿Te
he visto antes? El segundo monje le contestó:
-Sí,
señor; desde luego. Ya me conoce. A lo que Joshu le respondió:
-Toma
entonces una taza de té. Más tarde, el superior que dirigía el
monasterio le preguntó a Joshu: -¿Por qué contestas a cualquier
pregunta ofreciendo té? A lo que Joshu contestó gritando:
-¡Abad!
¿Estás todavía aquí? El superior le replicó:
-Desde
luego, maestro. Y Joshu le dijo:
-Toma
entonces una taza de té.
La
historia es simple aunque difícil de comprender. Siempre ha sido
así: cuanto más sencilla es una cosa, más difícil es de
comprender. Para poder comprender algo es necesario que sea complejo;
para comprender, has de dividir y analizar. Una cosa sencilla no
puede ser dividida ni analizada; no hay nada que dividir ni analizar.
El hecho es muy simple. Lo más simple siempre escapa a la
comprensión. Por eso Dios no puede ser comprendido. Dios es lo más
simple, es lo más simple posible. Puedes comprender el mundo; es muy
complejo. Cuanto más complejo es algo, más puede la mente
manipularlo. Cuando es sencillo, no hay nada a lo que agarrarse; la
mente no puede trabajar
Gracias por compartir
Del
libro Vida , Amor y Risa OSHO
FINA
CORTESÍA DE LUCÍA SAMANÉZ MA GYAN DARSHANA
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