Uno de los objetivos de la hipnosis, así como de la meditación, es el acceso al subconsciente.
Esta es la parte de nuestra mente que yace bajo la conciencia común, por debajo del constante bombardeo de pensamientos, sensaciones, estímulos exteriores y otros ataques a nuestra atención.
La mente subconsciente funciona en un plano más profundo que nuestro plano de conciencia habitual. En el subconsciente los procesos mentales se producen sin que los percibamos de modo consciente. Cuando estos procesos subconscientes cruzan de súbito nuestra conciencia, experimentamos instantes de intuición, sabiduría y creatividad.
El subconsciente no está limitado por nuestras fronteras impuestas de lógica, espacio y tiempo. Puede recordarlo todo, cada momento. Puede transmitir soluciones creativas a nuestros problemas. Puede trascender lo ordinario para alcanzar una sabiduría muy superior a nuestra capacidad cotidiana.
La hipnosis llega a la sabiduría del subconsciente de un modo concentrado, a fin de lograr la curación. Estamos en hipnosis cada vez que la relación habitual entre conciencia y subconsciente se reconfigura de modo tal que el subconsciente desempeña un papel más dominante.
Existe un amplio espectro de técnicas hipnóticas. Han sido ideadas para aprovechar un amplio espectro de estados hipnóticos, desde el ligero a los planos profundos. En cierto modo, la hipnosis es un continuo en el que captamos la mente consciente y la subconsciente en mayor o menor grado. He descubierto que muchas personas pueden ser hipnotizadas en un punto adecuado de la terapia si se les informa sobre la hipnosis y se discuten y allanan sus miedos. La mayoría tiene un concepto equivocado de la hipnosis a causa de la manera en que la han representado la televisión, las películas y los espectáculos teatrales.
La conciencia sabe siempre lo que uno experimenta mientras está hipnotizado. Pese al profundo contacto subconsciente, la mente puede comentar, criticar y censurar. Tenemos siempre control sobre lo que decimos. La hipnosis no es un suero de la verdad”. No se entra en una máquina del tiempo para encontrarse súbitamente transportado a otro tiempo y otro lugar. sin noción del presente.
Algunas personas, durante la hipnosis, contemplan el pasado como si estuvieran mirando una película. Otros participan más vívidamente, con reacciones más emotivas. Los hay que “sienten” las cosas, más que “verlas”. A veces, la reacción predominante es la de oír y hasta la de oler. Después la persona recuerda todo lo experimentado durante la sesión de hipnosis. Puede parecer que se requiere mucha habilidad para llegar a esos niveles más profundos de hipnosis. Sin embargo todos los experimentamos con facilidad todos los días, cuando pasamos por ese estado intermedio entre la vigilia y el dormir, conocido como “estado hipnagógico”.
Un tipo de estado hipnagógico es ese en el que nos encontramos cuando empezamos a despertar y aún recordamos vívidamente nuestros sueños, sin estar aún despiertos totalmente. Es el período anterior al momento en que los recuerdos y las preocupaciones cotidianas nos entran en la mente.
Como la hipnosis, el estado hipnagógico es profundamente creativo. Cuando pasamos por él, la mente está completamente vuelta hacia adentro y puede alcanzar la inspiración del subconsciente. Muchos consideran que el estado hipnagógico es un estado “de genio”. sin límites ni fronteras. Cuando estamos en él tenemos acceso a todos nuestros recursos, sin ninguna de nuestras restricciones autoimpuestas.
Thomas Edison valoraba tanto el estado hipnagógico que desarrolló una técnica propia para mantenerlo mientras trabajaba en sus inventos. Sentado en determinada silla, Edison utilizaba técnicas de relajación y meditación para alcanzar ese estado de conciencia que está entre el sueño y la vigilia. Sostenía algunas bolillas en la mano cerrada, con la palma hacia abajo y apoyada en el brazo del sillón. Debajo de la mano había un cuenco metálico. Si Edison se dormía, se le abría la mano y las bolillas caían al cuenco metálico; entonces el ruido lo despertaba. Repetía el procedimiento una y otra vez.
Este estado hipnagógico se parece mucho a la hipnosis y, en realidad, es más profundo que algunos niveles hipnóticos. Ayudando al paciente a alcanzar un plano más profundo de su mente, el terapeuta diestro en técnicas de hipnosis puede acelerar dramáticamente el proceso de curación. Y cuando las ideas y las soluciones creativas se extienden más allá de los problemas personales pueden resultar beneficiados grandes sectores de la sociedad, así como todos nos hemos beneficiado al inventar Thomas Edison la lamparilla eléctrica. El proceso puede tocar al mundo.
La hipnosis pone al paciente en un estado que ofrece un gran potencial curativo, por brindar al paciente acceso al subconsciente. Para hablar metafóricamente, pone al paciente en la selva mágica que contiene el árbol de la curación. Pero si la hipnosis lo deja entrar en ese territorio curativo, el proceso de regresión es el árbol cuyas frutas sagradas debe comer para curarse .
Esta es la parte de nuestra mente que yace bajo la conciencia común, por debajo del constante bombardeo de pensamientos, sensaciones, estímulos exteriores y otros ataques a nuestra atención.
La mente subconsciente funciona en un plano más profundo que nuestro plano de conciencia habitual. En el subconsciente los procesos mentales se producen sin que los percibamos de modo consciente. Cuando estos procesos subconscientes cruzan de súbito nuestra conciencia, experimentamos instantes de intuición, sabiduría y creatividad.
El subconsciente no está limitado por nuestras fronteras impuestas de lógica, espacio y tiempo. Puede recordarlo todo, cada momento. Puede transmitir soluciones creativas a nuestros problemas. Puede trascender lo ordinario para alcanzar una sabiduría muy superior a nuestra capacidad cotidiana.
La hipnosis llega a la sabiduría del subconsciente de un modo concentrado, a fin de lograr la curación. Estamos en hipnosis cada vez que la relación habitual entre conciencia y subconsciente se reconfigura de modo tal que el subconsciente desempeña un papel más dominante.
Existe un amplio espectro de técnicas hipnóticas. Han sido ideadas para aprovechar un amplio espectro de estados hipnóticos, desde el ligero a los planos profundos. En cierto modo, la hipnosis es un continuo en el que captamos la mente consciente y la subconsciente en mayor o menor grado. He descubierto que muchas personas pueden ser hipnotizadas en un punto adecuado de la terapia si se les informa sobre la hipnosis y se discuten y allanan sus miedos. La mayoría tiene un concepto equivocado de la hipnosis a causa de la manera en que la han representado la televisión, las películas y los espectáculos teatrales.
Estar hipnotizado no es estar dormido.
La conciencia sabe siempre lo que uno experimenta mientras está hipnotizado. Pese al profundo contacto subconsciente, la mente puede comentar, criticar y censurar. Tenemos siempre control sobre lo que decimos. La hipnosis no es un suero de la verdad”. No se entra en una máquina del tiempo para encontrarse súbitamente transportado a otro tiempo y otro lugar. sin noción del presente.
Algunas personas, durante la hipnosis, contemplan el pasado como si estuvieran mirando una película. Otros participan más vívidamente, con reacciones más emotivas. Los hay que “sienten” las cosas, más que “verlas”. A veces, la reacción predominante es la de oír y hasta la de oler. Después la persona recuerda todo lo experimentado durante la sesión de hipnosis. Puede parecer que se requiere mucha habilidad para llegar a esos niveles más profundos de hipnosis. Sin embargo todos los experimentamos con facilidad todos los días, cuando pasamos por ese estado intermedio entre la vigilia y el dormir, conocido como “estado hipnagógico”.
Un tipo de estado hipnagógico es ese en el que nos encontramos cuando empezamos a despertar y aún recordamos vívidamente nuestros sueños, sin estar aún despiertos totalmente. Es el período anterior al momento en que los recuerdos y las preocupaciones cotidianas nos entran en la mente.
Como la hipnosis, el estado hipnagógico es profundamente creativo. Cuando pasamos por él, la mente está completamente vuelta hacia adentro y puede alcanzar la inspiración del subconsciente. Muchos consideran que el estado hipnagógico es un estado “de genio”. sin límites ni fronteras. Cuando estamos en él tenemos acceso a todos nuestros recursos, sin ninguna de nuestras restricciones autoimpuestas.
Thomas Edison valoraba tanto el estado hipnagógico que desarrolló una técnica propia para mantenerlo mientras trabajaba en sus inventos. Sentado en determinada silla, Edison utilizaba técnicas de relajación y meditación para alcanzar ese estado de conciencia que está entre el sueño y la vigilia. Sostenía algunas bolillas en la mano cerrada, con la palma hacia abajo y apoyada en el brazo del sillón. Debajo de la mano había un cuenco metálico. Si Edison se dormía, se le abría la mano y las bolillas caían al cuenco metálico; entonces el ruido lo despertaba. Repetía el procedimiento una y otra vez.
Este estado hipnagógico se parece mucho a la hipnosis y, en realidad, es más profundo que algunos niveles hipnóticos. Ayudando al paciente a alcanzar un plano más profundo de su mente, el terapeuta diestro en técnicas de hipnosis puede acelerar dramáticamente el proceso de curación. Y cuando las ideas y las soluciones creativas se extienden más allá de los problemas personales pueden resultar beneficiados grandes sectores de la sociedad, así como todos nos hemos beneficiado al inventar Thomas Edison la lamparilla eléctrica. El proceso puede tocar al mundo.
La hipnosis pone al paciente en un estado que ofrece un gran potencial curativo, por brindar al paciente acceso al subconsciente. Para hablar metafóricamente, pone al paciente en la selva mágica que contiene el árbol de la curación. Pero si la hipnosis lo deja entrar en ese territorio curativo, el proceso de regresión es el árbol cuyas frutas sagradas debe comer para curarse .
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