Cuando la
temperatura de mi cuerpo se eleva a más de 37°C, tengo fiebre.
La fiebre es sintomática de emociones que me
queman.
Estas emociones se transforman en ira contra mí y los demás,
o contra un suceso.
Invade mi cuerpo entero. ¿Porqué necesito yo ir hasta
este extremo?
Es mi modo de compensar para hacer reposo y recibir más amor
y atención?
¿Necesito este tiempo de paro para ajustarme a una
realidad que cambia muy rápidamente?
Generalmente, se trata de una emoción
“quemadora” que surge
o bien de la vida que se vuelve de trato “demasiado
caliente” para tratar (“dealer”) y que toma la forma de una ira intensa, de
una indignación, de una decepción, de inquietudes.
Si soy un niño, la fiebre
repentina puede relacionarse con conflictos interiores, rabia, o una
herida reprimida. Yo, como
niño, no tengo la capacidad de comprender mentalmente
mis emociones, las expreso pues por mi cuerpo.
Sea lo que sea, debo
identificar la causa de esta
fiebre y encuentro una acumulación de irritación y de
ira, que brota a menudo cuando “rumio” las desgracias pasadas.
Para desaparecer esta fiebre emocional, simplemente
toma consciencia
de tus necesidades y acepta aprender a comunicar para expresar lo que sientes. De ahora en
adelante, ya no acumulas: sabes que la solución es el
diálogo.
EL GRAN DICCIONARIO DE LAS DOLENCIAS Y ENFERMEDADES
JACQUES MARTEL.
Comentarios