ROMEO Y JULIETA
Cada ser humano tiene su alma gemela. En el momento en que el individuo ha sido proyectado como una chispa luminosa que brota del seno del Creador, él es en realidad dos seres en uno, dos mitades que se complementan a la perfección, cada uno viene a ser la contraparte absoluta del otro. A partir de allí, estas dos mitades van a estar disociadas, van a evolucionar por separado, moviéndose cada una de ellas en una dirección diferente a la otra.
Si ellas pueden llegar a reconocerse a lo largo de su evolución, es porque cada parte lleva grabada la imagen de la otra en lo más profundo de su ser, es como si cada una hubiera marcado a la otra con su sello. De esta forma, todo ser humano lleva en su interior la imagen de su alma gemela; es cierto que se trata de una imagen muy vaga, pero ella existe. Por esta razón, cada individuo viene a la tierra con una esperanza muy incierta de que podrá encontrar en algún sitio un alma que podrá darle todo lo que necesita y que habrá entonces entre los dos una armonía y una fusión indescriptibles.
Dos almas gemelas viven siempre la una para la otra, ningún otro ser en el
mundo podría traerles mayor plenitud.
Un
hombre y una mujer que se aman ignoran lo que les ha impulsado el uno
hacia
el otro. Son inconscientes de sentir esta atracción, pero
conscientes de lo que
han
originado. ¿Cuál es pues el origen de esta tracción que hace nacer
el amor?
Dos
entidades, dos energías se encuentran en el espacio; entre ellas se
establecen magnéticamente
intercambios fluiditos imponderables. Es este encuentro el que da nacimiento al amor, cada uno recibe del otro los elementos que le faltan y que todavía no había encontrado en ninguna parte.
intercambios fluiditos imponderables. Es este encuentro el que da nacimiento al amor, cada uno recibe del otro los elementos que le faltan y que todavía no había encontrado en ninguna parte.
A
menudo nos sorprenden los lazos que se forman entre ciertos seres;
aparentemente,
nada hubiera debido aproximarles. Pues bien, precisamente la explicación
se halla en estos intercambios sutiles que se realizan entre ellos sin
saberlo.
Extracto
del libro “El alma, instrumento del espíritu.”:
Cada ser humano tiene su alma gemela. En el momento en que el individuo ha sido proyectado como una chispa luminosa que brota del seno del Creador, él es en realidad dos seres en uno, dos mitades que se complementan a la perfección, cada uno viene a ser la contraparte absoluta del otro. A partir de allí, estas dos mitades van a estar disociadas, van a evolucionar por separado, moviéndose cada una de ellas en una dirección diferente a la otra.
Si ellas pueden llegar a reconocerse a lo largo de su evolución, es porque cada parte lleva grabada la imagen de la otra en lo más profundo de su ser, es como si cada una hubiera marcado a la otra con su sello. De esta forma, todo ser humano lleva en su interior la imagen de su alma gemela; es cierto que se trata de una imagen muy vaga, pero ella existe. Por esta razón, cada individuo viene a la tierra con una esperanza muy incierta de que podrá encontrar en algún sitio un alma que podrá darle todo lo que necesita y que habrá entonces entre los dos una armonía y una fusión indescriptibles.
Dos almas gemelas viven siempre la una para la otra, ningún otro ser en el
mundo podría traerles mayor plenitud.
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